Parece una utopía pensar que todos podemos ser líderes. Hay pocos profesionales que cuentan con esta habilidad de forma innata, pero sí podemos ejercitarla para poder liderar dentro de nuestras áreas o en nuestro trabajo.
Un buen líder facilita y alienta a que el esfuerzo sea efectivo desde un punto de vista individual o grupal. El líder se enfrenta a varios desafíos, uno de ellos es la heterogeneidad de los profesionales; trabajan y se comunican de forma diferente.
El empoderamiento laboral es una de las máximas de este 2022. Implica permitir que cada empleado desarrolle su máximo potencial, estimulando sus habilidades y capacidades, permitiendo que crezca y aprenda. En ese sentido, el liderazgo debe ir alineado con dicha idea.
Atrás quedan los jefes que creen que el respeto se debe a su posición; o aquellos que imponen su estilo sin permitirle a su equipo aportar ideas. El empoderamiento laboral posibilita que cada uno de nosotros sea el líder de su propio trabajo. Por tanto, es necesario recordar que el mánager de un equipo es un líder de líderes a la hora de ejercer su gestión.
Formación para ejercer un buen liderazgo
El liderazgo natural se presenta en una de cada 10 personas. Los líderes naturales cuentan con rasgos de personalidad, forma de pensar y hábitos que los convierten de forma automática en una persona a la que la gente quiere seguir.
Suelen ser extrovertidos y empáticos, pero también tienen una visión que compartir. Podemos poner como ejemplo una escena que muchos hemos visto. Si vamos a un parque infantil, veremos a un/a niño/a que lidera a un grupo. Esta persona se ha impuesto de forma natural debido a su personalidad y su forma de compartir el juego.
El líder natural origina que el resto quiera seguirlo, porque les ha permitido ver lo que él ve, los ha motivado para que lo sigan. La autoconfianza es uno de los rasgos de este perfil.
Conforme vamos creciendo, algunos mantienen esos rasgos, en otros se difumina y en la amplia mayoría se debe trabajar para poder asumir dicha responsabilidad.
Ejercitar esta habilidad puede ser una gran ventaja competitiva. Desarrollar nuevos hábitos y habilidades siempre es beneficioso para el plan de carrera y también para la perspectiva de empresa. Ello se debe a que, si todos los colaboradores pueden ser independientes y responsables de sus metas, los objetivos se alcanzan con mayor facilidad.
Habilidades esenciales para un buen líder
La inteligencia emocional se ha convertido en los últimos años en una seña de identidad. Las escuelas ya empiezan a hablar acerca de ella para que forme parte de los programas educativos en las instituciones.
Esta inteligencia es la capacidad de percibir, expresar, comprender y gestionar las emociones. Contar con esta habilidad puede ser la diferencia entre comportarse de una manera socialmente aceptable o no.
Aparte de la inteligencia emocional, existen otras habilidades que pueden ser ejercitadas para ser un buen líder:
- Escucha activa: permite observar y preguntar, así como prestar atención a los mensajes recibidos. Asimismo, posibilita conocer en profundidad las necesidades de los equipos. Además, ayuda a preguntar de forma genuina para poder establecer una relación de confianza entre todas las partes.
- Potenciar el talento: con el objetivo de ser un buen líder, es importante diseñar planes de carrera y crecimiento para los miembros de tu equipo. Para ello, puedes usar evaluaciones de desempeño. Asimismo, debes trabajar en tu capacidad de dar y recibir feedback a fin de mejorar como mánager o profesional.
- Comunicación: expresarse con transparencia, de forma clara y concisa es imprescindible para transmitir la misión del departamento. Los buenos líderes son buenos comunicadores y conocen el valor de esta habilidad.
- Fijar metas: si quieres que tu equipo trabaje de forma independiente y consiga sus objetivos, es importante que sepan cuáles son esas metas y qué responsabilidad tienen en su consecución. Asimismo, es necesario que tú como líder consideres las tuyas propias y sepas transmitirlas.
- Dar el ejemplo: debes ser el primero en trabajar duro, en ser responsable, así como en actuar con honestidad, ética y autenticidad. De este modo, el equipo sabrá qué se espera de ellos y cuál es la actitud que deben mostrar ante los desafíos. Como dijo Albert Einstein: “el ejemplo no es la mejor manera de enseñar; es la única”.
Siguiendo con las habilidades esenciales para un buen líder, Adam Grant, psicólogo organizacional y autor del recomendado libro Think again, afirma lo siguiente: “En una cultura tóxica, las personas son promovidas por sus resultados, aunque esto les suponga destruir relaciones. El abuso es el precio para un buen resultado. En las culturas sanas, ningún nivel de excelencia personal justifica el daño a las personas. No eres un buen colaborador si tienes que elevarte por encima del resto”.
Ello podemos extrapolarlo a los líderes también. Fomentar un buen comportamiento y ser el abanderado de ello marcará las pautas para que tu equipo se comporte igual.
Estilos de liderazgo
Nuestra personalidad origina que, de forma natural, tendamos a un estilo por encima del otro. Sin embargo, es importante considerar las diferentes formas de utilizarlos y sus beneficios. Ello con el propósito de poder combinarlos según el equipo o profesional que tengamos delante.
Aunque nosotros no lideremos un grupo propio, este conocimiento también nos permitirá trabajar en equipo y adaptarnos a las exigencias del proyecto.
A continuación, les presentamos los más relevantes estilos de liderazgo:
1. Dejar hacer
Se basa en reconocer que los trabajadores tienen las competencias y experiencias necesarias para realizar su labor. Considera que son responsables de la entrega de su parte del trabajo; además, que muchas intervenciones de su jefe no son beneficiosas para ellos.
2. Democrático
Consulta a su equipo ciertas decisiones. Los involucra en lo que sucede y en lo que se realizará. Asimismo, fomenta el diálogo para que ellos se sientan parte de la empresa y aumenten su compromiso con la organización.
3. Transaccional
Se basa en un programa de recompensas. Se premia a los profesionales por su desempeño y se los incentiva a cumplir sus objetivos.
Se encarga de diseñar estructuras para que cada miembro pueda trabajar en la consecución de su meta.
4. Transformacional
No teme afrontar riesgos, ya que su objetivo es promover la innovación. Posee grandes dotes de comunicación; además, fomenta la creatividad y participación del equipo.
Es adecuado para impulsar transformaciones dentro de la organización. Implica saber gestionar los cambios y abrazarlos para poder conseguir los mejores resultados.
5. Situacional
Se adapta a las circunstancias. Surge de conocer las necesidades y funciones del equipo. Engloba a los estilos anteriores, ya que los aplica dependiendo de la situación o persona que tiene en frente.
Todos podemos ser líderes. Para ello, necesitamos ejercitar esa habilidad y formarnos. Al fin y al cabo, la experiencia y el hábito convierten algo circunstancial en una habilidad permanente.